El Dopaje Invisible: Cómo los SARM Amenazan la Salud, la Ética y la Sostenibilidad del Deporte

By Pablo S.R
A Coruña – Enero 2025

En un gimnasio cualquiera, un joven deportista, lleno de sueños y ambiciones, escucha hablar de un "atajo" que promete fuerza, definición muscular y resultados rápidos. "Es seguro, todos lo usan", le dicen. Pero lo que no le cuentan es que este atajo, conocido como Modulador Selectivo de los Receptores de Andrógenos (SARM), podría costarle su salud, su carrera deportiva e incluso su futuro.

Los SARM, sustancias químicas que imitan los efectos de la testosterona y los esteroides anabolizantes, se diseñaron inicialmente para tratar enfermedades como la osteoporosis y la pérdida muscular relacionada con la edad. Entre los nombres más conocidos se encuentran enobosarm (ostarina), LGD-4033 (ligandrol), RAD140, SARMS S4 (andarina), YK-11 y SARMS S-23. Aunque en España están catalogados por la Agencia Española del Medicamento como "medicamentos en experimentación" —lo que implica que su distribución y venta fuera de un contexto médico supervisado no están autorizadas—, estas sustancias han encontrado su camino hacia las redes sociales y los mercados digitales. Ahí, se promocionan agresivamente como una solución "segura" para mejorar el rendimiento deportivo y la apariencia física, atrayendo especialmente a adolescentes y adultos jóvenes, quienes se convierten en su objetivo principal.

Los adolescentes, en una etapa crítica de desarrollo hormonal, son especialmente vulnerables al consumo de SARM. Estas sustancias pueden alterar la pubertad, causar daños hepáticos irreversibles, provocar hipertensión arterial y desencadenar problemas psicológicos como ansiedad y alucinaciones. Los adultos jóvenes también enfrentan graves riesgos: insuficiencia hepática aguda, infertilidad, disfunciones sexuales y problemas cardiovasculares. Estas promesas de "resultados rápidos" esconden un costo silencioso y devastador: la salud, el futuro y la confianza en el deporte de quienes las consumen.

Lo más alarmante es que muchas veces estas sustancias llegan a los deportistas a través de suplementos contaminados que no declaran su presencia en el etiquetado. Esto significa que muchos jóvenes, sin saberlo, podrían estar consumiendo SARM, exponiéndose no solo a graves riesgos para su salud, sino también a sanciones deportivas. Un control antidopaje positivo podría truncar la carrera de un deportista prometedor, imponiéndole una suspensión de hasta cuatro años, además de inhabilitarle para ocupar cargos en el ámbito deportivo y anular los resultados obtenidos durante el período de uso.

El dopaje no solo afecta a las personas que lo practican, sino que también destruye la confianza en el deporte como símbolo de esfuerzo y superación. ¿Cómo puede ser justo competir cuando unos recurren a atajos químicos mientras otros eligen el camino más difícil, pero también más ético? Este desequilibrio perpetúa desigualdades, desmotiva a quienes aspiran a competir de manera limpia y envía un mensaje equivocado a las generaciones futuras: que los resultados inmediatos valen más que la salud, la dedicación y la ética.

Además, el dopaje contradice los principios de sostenibilidad y responsabilidad social que deberían guiar el deporte y sus instituciones. Los gestores deportivos y responsables políticos tienen un papel crucial en establecer regulaciones firmes y promover valores éticos que refuercen la integridad del deporte, garantizando un entorno competitivo justo y saludable. La sostenibilidad no se limita al medio ambiente; también implica construir comunidades saludables, justas y éticas. Cuando los deportistas recurren al dopaje, se rompe la confianza en el sistema deportivo, desvalorizando el esfuerzo humano y perpetuando desigualdades. Los jóvenes, que buscan en el deporte un modelo de superación, reciben el mensaje equivocado de que "ganar a cualquier precio" es aceptable. Este impacto trasciende a los deportistas, afectando a la comunidad y erosionando la reputación de las organizaciones deportivas.

A pesar de estos desafíos, no todo está perdido. Varias organizaciones, como la Sociedad Española de Medicina del Deporte y la Agencia Estatal para la Lucha Antidopaje, han emitido recomendaciones claras: desaconsejar encarecidamente el uso de SARM, evitar productos adquiridos en fuentes no fiables como internet o gimnasios, y educar a los deportistas sobre los riesgos asociados. También es crucial consultar siempre a un profesional sanitario antes de consumir suplementos y priorizar productos certificados que garanticen la ausencia de sustancias dopantes. Además, los responsables de marketing y comunicadores pueden desempeñar un papel fundamental difundiendo estas recomendaciones para llegar a una audiencia más amplia y reforzar el mensaje preventivo.

¿Y tú, como deportista, padre, entrenador, gestor deportivo, responsable de marketing, aficionado o político, qué papel juegas en este cambio necesario? Reflexiona: ¿qué significa realmente el éxito? ¿Es un trofeo ganado a cualquier precio o es el fruto del esfuerzo, la dedicación y la honestidad? Si queremos preservar el verdadero espíritu del deporte, debemos rechazar los atajos peligrosos y promover valores que construyan un futuro más justo y saludable.

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