¿Puede el Deporte Ser Realmente Sostenible o Solo un Juego de Marketing Verde?
By Pablo S.R
A Coruña – Enero 2025
El deporte es una fuerza poderosa. Nos une, nos inspira, y en su mejor versión, refleja lo que somos capaces de lograr como humanidad. Pero el deporte también deja una marca en el mundo, y no siempre es positiva. En una era en la que enfrentamos una crisis climática global, los eventos deportivos —desde pequeños torneos hasta los Juegos Olímpicos— están bajo el escrutinio del público. ¿Son tan sostenibles como dicen ser?
El término greenwashing —o lavado verde— describe el fenómeno en el que las organizaciones aparentan ser más ecológicas de lo que realmente son. En el deporte, esto se traduce en estadios que se promocionan como "eco-friendly" por eliminar plásticos, mientras se alimentan con energía fósil, o en eventos que prometen ser "carbono neutrales" sin abordar emisiones fundamentales, como el transporte internacional. Estas promesas vacías no solo erosionan la confianza, sino que también ignoran la complejidad de alcanzar la sostenibilidad real.
Greenwashing en el deporte: Una mirada detallada a las 10 prácticas más comunes
El greenwashing en el deporte toma muchas formas. A continuación, se explican las 10 prácticas más habituales que las organizaciones utilizan para aparentar ser sostenibles:
Promesas vacías: Decir que un evento o estadio es “eco-friendly” sin datos concretos es una frase vacía. Cambiar pajitas de plástico por cartón no soluciona el impacto de un estadio que consume energía fósil y genera toneladas de residuos. La sostenibilidad necesita hechos, no palabras.
Productos verdes, empresas contaminantes: Las marcas deportivas lanzan zapatillas recicladas mientras operan fábricas altamente contaminantes. Aunque el producto sea positivo, no compensa el impacto global de su cadena de producción.
Imágenes bonitas, pero vacías: Campañas llenas de árboles y bicicletas a menudo ocultan la verdadera huella de carbono de eventos que dependen de transporte aéreo o generan enormes cantidades de desechos.
Afirmaciones irrelevantes: Resaltar logros pequeños, como camisetas recicladas, no compensa el impacto general de un evento que consume grandes cantidades de energía o agua.
Somos los mejores (de los peores): Decir “somos el torneo más sostenible” no significa mucho si el resto de la industria es profundamente contaminante.
Compromisos poco creíbles: Promocionar algo como “golf eco-friendly” mientras se riegan campos intensivamente en zonas con estrés hídrico no genera confianza.
Lenguaje técnico y opaco: Términos como “carbono neutral” suenan impresionantes, pero si no se explican o respaldan con datos claros, generan más confusión que confianza.
Certificaciones fantasmas: Crear sellos de sostenibilidad sin auditorías externas no añade valor real y engaña al público al simular un aval que no existe.
Sin pruebas: Afirmar reducciones de emisiones sin publicar datos verificables es solo una estrategia de marketing. Sin transparencia, no hay confianza.
Mentiras descaradas: En el peor de los casos, las organizaciones falsean información, como afirmar que un evento es “carbono neutral” ignorando el transporte internacional.
París 2024: avances significativos, retos pendientes
Los Juegos Olímpicos de París 2024 se anunciaron como un modelo de sostenibilidad. Y en muchos aspectos, lo fueron: sedes temporales, transporte público eléctrico y un uso más eficiente de recursos marcaron un progreso tangible. Sin embargo, una pregunta clave sigue sin respuesta: ¿qué pasó con las emisiones del transporte internacional?
Miles de atletas y espectadores viajaron desde todo el mundo, principalmente en vuelos comerciales. Aunque los organizadores prometieron compensar estas emisiones mediante reforestación, las compensaciones no eliminan el impacto inmediato de toneladas de CO2 emitidas. Como cualquier deportista sabe, no puedes simplemente saltarte el entrenamiento y compensarlo con trabajo extra después. La sostenibilidad requiere planificación y reducción activa desde el principio.
La narrativa de un evento “carbono neutral” es atractiva, pero no refleja la complejidad de organizar un evento global. París brilló dentro de sus fronteras, pero las emisiones globales siguen siendo el gran desafío pendiente.
La sostenibilidad: un proceso, no una meta inmediata
Al igual que el desarrollo de un atleta de élite, construir un modelo sostenible en el deporte es un proceso que lleva años, incluso décadas. Nadie alcanza la cima de su deporte sin esfuerzo constante y progresión. Los estudios nos dicen que alcanzar la excelencia en el deporte puede tomar más de 10 años de dedicación, ajustes y sacrificios. La sostenibilidad en el deporte necesita el mismo enfoque: objetivos claros, pequeños pasos medibles y un compromiso a largo plazo.
Cómo avanzar hacia un deporte más sostenible
El deporte tiene una capacidad única para liderar con el ejemplo, pero necesita un cambio de mentalidad. Aquí hay cinco pasos que pueden marcar la diferencia:
Un deporte que inspire dentro y fuera del campo
La sostenibilidad no es un destino, es un camino que requiere esfuerzo, paciencia y compromiso constante. Igual que admiramos a un atleta que da todo en cada entrenamiento, podemos aplaudir a un deporte que, con honestidad y dedicación, avanza hacia un modelo más responsable.
El deporte tiene la capacidad de inspirar el cambio no solo dentro de los estadios, sino también en la forma en que cuidamos nuestro planeta. Con un enfoque progresivo y transparente, puede liderar el camino hacia un futuro sostenible, no como un ideal inalcanzable, sino como una realidad que construimos paso a paso, juntos.
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