Una Taza de Café y los inversores del deporte en 2024.
Por Pablo S.R
A Coruña – Febrero 2025
Una Taza de Café y la Estrategia del Deporte Global
Un día soleado pero frío en febrero. La Coruña.
En la terraza de un café en la Plaza de María Pita, el sol brillaba engañosamente, pero el viento atlántico no dejaba olvidar el invierno. Laura y Mario, consultores en gestión deportiva y sostenibilidad, repasaban el artículo que iban a presentar en su consultoría. Sobre la mesa, junto a sus cafés, el portátil permanecía abierto, reflejando en su pantalla la transformación del deporte en un negocio global de control financiero y geopolítico.
—Bueno, Mario, creo que lo hemos cubierto casi todo —dijo Laura, frotándose las manos para combatir el frío—. Pero antes de enviarlo, quiero asegurarme de que no hemos dejado nada fuera.
Mario asintió mientras deslizaba el dedo por la pantalla.
—Hemos analizado el poder de City Football Group, el impacto del Saudi Public Investment Fund, las inversiones de RedBird, Fenway Sports Group y CVC Capital Partners. También hemos hablado de América Latina como exportadora de talento y de cómo la NFL y la NBA están diseñadas para generar dinero sin parar.
Laura bebió un sorbo de café y asintió.
—Sí, hemos cubierto bien cómo el deporte se ha convertido en un tablero de control financiero. Pero creo que debemos insistir más en lo que esto significa para la sostenibilidad y el impacto comunitario. No basta con señalar quién controla qué; tenemos que preguntarnos qué queda para los aficionados, los clubes locales y el tejido social del deporte.
Mario sonrió con ironía.
—Buena pregunta. CFG es un modelo empresarial brillante, pero… ¿qué impacto real tiene en las comunidades donde opera? Girona, Bahía, Montevideo… ¿Cuánto de ese crecimiento se queda en los barrios donde juegan esos equipos?
Laura dejó la cucharilla sobre el platillo.
—Y lo mismo ocurre con Arabia Saudita y el PIF. No están invirtiendo en la base del fútbol saudí, están construyendo una liga de escaparate. ¿Cómo se mantiene eso a largo plazo si el dinero deja de fluir?
Mario asintió.
—Exacto. Hemos resaltado que el PIF no solo está comprando equipos y jugadores, sino posicionando a Arabia Saudita como un actor central en la diplomacia deportiva. No buscan desarrollar el fútbol, buscan usarlo como una herramienta de poder global.
Laura miró el portátil.
—¿Y qué pasa con las inversiones en Europa? Hemos mencionado cómo CVC Capital Partners ha financiado LaLiga y la Serie A, pero… ¿realmente está beneficiando a los clubes a largo plazo?
Mario entrecerró los ojos.
—Depende de a quién le preguntes. Los clubes reciben dinero rápido, pero pierden parte de sus derechos futuros. Es pan para hoy y hambre para mañana. Las ligas europeas están vendiendo su autonomía a fondos de inversión porque no pueden competir con la Premier League en ingresos televisivos.
Laura tamborileó los dedos sobre la mesa.
—Es el mismo problema en Brasil. El modelo "clube-empresa" ha permitido que Botafogo, Vasco da Gama y Red Bull Bragantino sean gestionados como activos comerciales en lugar de clubes locales.
—Y en Argentina y Uruguay, la historia es aún más trágica —añadió Mario—. Más de 100 jugadores argentinos menores de 22 años emigraron en 2024. Montevideo City Torque, en Uruguay, es básicamente un centro de exportación directa hacia Europa.
Laura suspiró y apoyó la barbilla en la mano.
—Entonces, si todo se mueve por inversión extranjera, por intereses de conglomerados, ¿dónde queda el verdadero impacto en la comunidad?
Mario tomó un sorbo de café.
—No queda. El fútbol ya no es de la gente; es de quienes lo gestionan en los despachos.
Laura miró el cielo despejado, perdida en sus pensamientos.
—Siempre me han gustado los Juegos Olímpicos —murmuró—. Al menos ahí debería quedar algo de pureza…
Mario rió entre dientes.
—¿Pureza? Los Juegos Olímpicos de París costaron 9.800 millones de dólares, con el 75% financiado por inversión privada. NBC, Amazon y Google se pelearon por los derechos de transmisión. ¿Tú crees que eso es por amor al deporte?
Laura negó con la cabeza.
—Es otra máquina de generar dinero. Igual que la NBA, que ha convertido sus franquicias en activos financieros. Los Golden State Warriors, los Knicks, los Lakers… todas esas franquicias valen miles de millones de dólares y su modelo de expansión en China, India y África está diseñado para controlar el mercado global del baloncesto.
Mario asintió.
—Y no olvidemos a la NFL, que con 19.200 millones de dólares en ingresos es el titán absoluto del negocio deportivo. Los contratos televisivos con Amazon y CBS son una mina de oro y el Super Bowl es más un espectáculo financiero que un evento deportivo.
Laura se quedó en silencio unos segundos, mirando la plaza.
—Creo que ya hemos tocado todos los puntos… —susurró.
Mario frunció el ceño.
—No. Nos falta algo. Fórmula 1.
Laura levantó una ceja.
—Tienes razón. Qatar y Abu Dhabi han usado la F1 para consolidar su poder en el deporte global. Es otra pieza del rompecabezas: el dinero del petróleo invirtiéndose en competiciones que refuerzan su imagen y poder geopolítico.
Mario cerró el portátil.
—Ahora sí lo tenemos todo.
Laura sonrió.
—Entonces, ¿qué nos queda por decir?
Mario miró su taza vacía.
—Que el deporte sigue siendo emocionante, sigue llenando estadios y pantallas… Pero las verdaderas decisiones se toman en las sombras.
Fuera, el viento atlántico seguía soplando, y el sol seguía engañando a los desprevenidos.
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