"Everesting y las Montañas Invisibles"
Por Pablo S.R
A Coruña – Febrero 2025
El sol de invierno iluminaba las fachadas blancas del centro de A Coruña. Hacía fresco, pero la luz lo hacía llevadero, y la gente paseaba con calma, disfrutando del engaño temporal del clima. Laura había llegado antes. Se había quitado la chaqueta y la había dejado en el respaldo de la silla, agradeciendo el calor que entraba por la ventana.
Mario apareció con gafas de sol y un café para llevar en la mano.
—Hace un día raro —dijo, dejando su café sobre la mesa antes de sentarse.
—¿Raro por qué?
—Porque parece primavera, pero en cuanto te quedas quieto te acuerdas de que sigue siendo invierno.
Laura sonrió.
—A veces el invierno nos da tregua.
Se quedó revolviendo su café un momento.
—Leí el artículo de Everesting de I4C —dijo de repente.
Mario se quitó las gafas y las dejó sobre la mesa.
—¿El del Direct to Fan Podcast?
—Ah, ¿lo escuchaste también?
—Sí, hace un par de días. ¿Tú leíste el artículo o fuiste directa al podcast?
Laura sonrió.
—Primero el artículo. Luego me entró curiosidad y lo escuché.
Mario dio un sorbo a su café y se acomodó en la silla.
—Curioso, ¿no?
—No sé si esa es la palabra. Es más bien… extremo.
—Sí, pero tiene algo. No es solo subir, es cómo subes.
Laura apoyó un codo en la mesa.
—¿Esa frase es tuya o la sacaste del artículo?
—Mmm… de las dos cosas.
—Ajá.
Un camarero pasó entre las mesas con una bandeja, el sonido de las tazas chocando entre sí llenó el espacio.
—Lo que me gusta —dijo Mario, inclinándose un poco hacia ella— es que Everesting no va de fuerza bruta. No es solo un reto físico, es estrategia. Es medir, saber cuándo apretar y cuándo guardar energía.
Laura miró la gente paseando al otro lado del cristal, algunos sin abrigo, disfrutando del sol como si fuera un regalo inesperado.
—Es curioso cómo las cosas que parecen imposibles dependen solo de cómo te las planteas.
Mario asintió.
—Si te dicen "sube el Everest", ni lo intentas. Pero si te dicen "sube esta colina varias veces hasta que sumes los metros", de repente parece más posible.
—Hasta que llevas seis horas y ya no puedes más.
Mario se rió.
—Sí, eso también.
Un perro se tumbó en la acera al sol, estirando las patas con pereza.
—También hablaban de la comunidad —dijo Laura—. No es un reto solitario, aunque lo parezca. Es como si todos los que lo hacen formaran parte de algo más grande.
—Sí. Lo de la estrella gris. Si ves a alguien con ella, sabes que ha hecho un Everesting.
—Como un tatuaje invisible.
Mario dio un último sorbo a su café.
—Lo bueno de un reto así es que no solo te empuja a mejorar físicamente, sino que te cambia la mentalidad. Supongo que, después de hacer algo así, cualquier otra cosa parece más fácil.
Laura lo miró.
—Tú ya estás pensando en hacerlo, ¿verdad?
Mario se encogió de hombros.
—Bueno… quizá.
—Típico.
Fuera, el sol seguía brillando, dando a la ciudad un aire casi primaveral.
—Si lo intentáramos —dijo Laura de repente—, ¿dónde lo haríamos?
Mario arqueó una ceja.
—¿"Lo intentáramos"?
—No he dicho que quiera hacerlo. Solo… tengo curiosidad.
Mario dejó la taza en el platillo con un leve tintineo.
—Monte de San Pedro. O alguna carretera secundaria cerca de la costa. Algo que no sea demasiado agresivo para empezar.
Laura se quedó pensativa.
—Podríamos hacer un Quarter-Everesting primero.
—2.212 metros. No está mal.
Laura observó la luz reflejándose en las fachadas blancas de los edificios.
—Además, Everesting no es solo un reto físico, ¿no? También hablaban de la parte de sostenibilidad en el artículo de I4C.
Mario asintió.
—Sí, eso me gustó. No es solo "haz esto porque sí", sino "hazlo sin destrozarte y sin destrozar el entorno".
—Exacto. Decían que están diseñando rutas para que el impacto ambiental sea mínimo y que los eventos sean de huella de carbono reducida.
—Eso. Si ya vamos a hacer locuras, que al menos sirvan para algo.
—Y lo de la salud también. —Mario hizo girar su taza entre las manos—. No solo miden la subida, sino también cómo prepararte bien. Qué comer, cómo entrenar sin pasarte…
—Eso me pareció lo más interesante —dijo Laura—. No es "sufre hasta morir". Es "hazlo bien, escúchate, gestiona tu cuerpo".
—Exacto. Controlar la fatiga, medir bien la carga, no quemarte a la primera de cambio.
Laura miró a través del cristal.
—Tiene sentido. En la vida también es así. La gente se agota porque no sabe medir el esfuerzo.
Mario sonrió.
—¿Estamos hablando de Everesting o de nuestra vida en general?
Laura se rió.
—Buena pregunta.
Se quedaron en silencio, dejando que la idea flotara entre ellos. Afuera, el sol seguía brillando, como si el invierno hubiera decidido tomarse un descanso.
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